“Una macetita podés tener”
Son textuales palabras de un ministro de la Corte de la Nación, jurista destacado y mentor de muchas generaciones de abogados, en referencia a un fallo que poco tiempo antes había dictado ese superior tribunal respecto a la despenalización de un consumidor de marihuana.
Desde luego hemos coincidido en que no se debe criminalizar al consumidor, pues en definitiva es un enfermo. Más que un problema penal, quien consume resulta ser un problema sanitario, y como tal se lo debe tratar y ayudar a salir del “cepo de la droga”.
Sin embargo, no está del todo claro cuál es el límite entre consumidor liso y llano y narcotraficante, pues muchas veces se funden en una sola persona: el que consume y no dispone de medios suficientes, accede a “vender” y obtener, de esa manera, el dinero para las dosis que utilizará en consumo propio.
Tampoco es conveniente minimizar los efectos de las genéricamente denominadas drogas ilegales, entre las cuales está la marihuana. Esta última, y su principio activo el cannabis, más allá de las discusiones que se dieron sobre sus efectos, las evidencias científicas han comprobado que generan importante deterioro en el sistema nervioso central y alteraciones en las conductas de los individuos, lo cual resulta potencialmente peligroso para terceros.
Por eso, mucho más positivo social y culturalmente hubiera sido que ese ministro de la Corte recomendara a los distraídos gobernantes implementar planes y organizar instituciones para tratamiento y curación de los consumidores adictos, en vez de estimular el consumo con la lamentable frase de que “una macetita podés tener”.
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